Cómo financiar las pensiones de quienes se retiran del mercado del trabajo al alcanzar la tercera edad es uno de los mayores desafíos que enfrentan los países en el mundo. Dicho desafío se ha vuelto cada vez más complejo al estar inexorablemente ligado a las tendencias demográficas, en las cuales destaca el envejecimiento acelerado y progresivo de la población, provocado por la unión de la mayor expectativa de vida y la menor fecundidad.
En Chile, cuyo sistema de pensiones es de ahorro y capitalización individual, cada persona financia su pensión en la vejez con el ahorro que acumuló durante su vida laboral activa, considerando los aportes o cotizaciones realizados y la rentabilidad generada por la inversión de dichos ahorros en los mercados de capitales. Existe una clara relación entre el esfuerzo de ahorro y el resultado de la pensión.
Por el contrario, en los sistemas de reparto, los trabajadores activos financian las pensiones de los jubilados, con la promesa de que serán retribuidos en el futuro cuando les toque pensionarse. Existe, por tanto, una importante relación de dependencia entre el tamaño de la fuerza de trabajo que cotiza para pensiones y el tamaño de la población pensionada. La menor fecundidad combinada con una mayor expectativa de vida provoca que un menor número de trabajadores tenga que financiar las pensiones de una población jubilada cada vez más numerosa.
Dentro de las propuestas de reforma del Sistema de Pensiones está la idea de nacionalizar los fondos de pensiones, es decir, terminar con la propiedad individual de los fondos previsionales. En el contexto chileno, la reforma propuesta implicaría tener un sistema de cuentas nocionales, registrando los ahorros de quienes cotizan en el sistema a cambio de una promesa de pensión futura.
En un país como Chile donde hoy existen 4 trabajadores por cada pensionado, para establecer un sistema de pensiones de reparto que entregue pensiones equivalente a al 70% del ingreso, se exigiría elevar la cotización previsional a 19% en 2022. Sin embargo, con el envejecimiento de la población y por ende, reducción de la población en edad de trabajar, a 2050 la cotización se debería elevar a 38% y a 2100 a 58% del ingreso mensual. Así, para que el sistema de pensiones de reparto fuese sostenible en el tiempo se haría necesario cuadriplicar los aportes para pensiones de los futuros trabajadores.