En un sistema de Capitalización Individual como el chileno, la pensión depende de la historia laboral: salario y meses sin cotizar por trabajo por cuenta propia o cesantía, características que no dependen de las AFP. Las pensiones son un espejo del mercado laboral y ahí nuestro país tiene importantes brechas en las que avanzar: desempleo juvenil, informalidad, falta de educación previsional y la disparidad de género, que hoy perjudica profundamente a las mujeres.
Las diferencias en la situación previsional de hombres y mujeres se reflejan principalmente en 4 aspectos: la brecha salarial, la cantidad de años cotizados por las mujeres, su participación en el mercado laboral y su mayor expectativa de vida. La brecha salarial de género que, si bien ha disminuido en los últimos años, aún existe entre hombres y mujeres: las mujeres que tienen entre 45 y 55 años reciben un salario equivalente al 81% del que reciben los hombres. La menor cantidad de años cotizados por mujeres que por hombres se basa en la salida del mercado laboral por parte de las mujeres, ya sea por motivos familiares o por rigidez del mercado laboral se refleja en que al final de su vida laboral, las mujeres acumulen la mitad de los ahorros previsionales que acumulan los hombres. La baja participación en el mercado laboral de las mujeres se refleja en que 6 de 10 mujeres en edad de trabajar lo hace y solo 4 cotiza para su futura pensión. Las mujeres además, viven más que los hombres; su mayor expectativa de vida las hace vivir en promedio 6 años más.